EL ROMANCE DE BAGDAD | |
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I | |
PREPARACIÓN DEL VIAJE |
Un buen día me dijeron | el trabajo va a ser duro |
que a IRAK viajaría | y escasea la bebida; |
a montar una gran línea | para compensar los males |
en una “Glass” Factoría. | y alegrar nuestra partida |
El equipo está formado | pedimos que nos abonen |
por seis hombres de valía | una buena dieta al día". |
cuatro españoles, un belga | Y la empresa contesto |
y un holandés de la ría. | con sutileza e ironía: |
“En esa nación hay guerra" | "Nadie pone condiciones |
dijimos con cortesía | a esta Noble Compañía, |
“es peligroso el viaje, | solamente recibiréis |
hay que estar cuarenta días”. | una pequeña cuantía |
“No preocuparos por eso, | como gastos de bolsillo |
tendréis seguro de vida” | para alegrar vuestra vida”. |
nos dijo el representante | La opción que nos quedaba |
de nuestra Gran Compañía. | era clara como el día |
Comentamos que el viaje | teníamos que viajar |
no iba a ser como turistas | y así nada ocurriría. |
y a la empresa le dijimos, | Por fin se inicio el viaje |
que escuchara nuestras cuitas. | y “lloramos de alegría” |
"Allí hace mucho calor | al sabernos respaldados |
y no es buena la comida | por una Empresa tan Digna. |
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II | |
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VIAJE Y PRIMERAS IMPRESIONES |
Tuvimos un buen viaje | El director y el conserje |
y después de tres escalas | esperándonos estaban, |
aterrizamos sin luces | mientras cenamos un poco |
en las pistas de Bagdad. | sus costumbres comentaban. |
Tardamos casi una hora | Fuimos a la habitación |
en el control de aduana, | a las tres de la mañana, |
para encontrar las maletas | el cansancio era tan grande |
las pasamos muy moradas. | que no vimos ni la cama. |
Cuando a la puerta llegamos, | A la mañana siguiente |
un moro nos esperaba | al despertar con el alba, |
con un cartel que decía | me quede petrificado |
que a Ramadi nos llevaba. | al mirar por la ventana. |
En el coche nos metimos | Había un descampado |
seis personas enjauladas, | todo lleno de chatarra |
además de ocho maletas | las mujeres de rodillas |
a empujones colocadas; | trozos de hierro apañaban; |
y con estas condiciones | ellas vestían de negro |
el viaje comenzaba, | con unas túnicas largas, |
el conductor se dormía | los pies no se les veían |
y el coche se derrengaba. | y se tapaban la cara. |
El turismo al ser tan viejo | Los niños casi descalzos |
por todas partes fallaba | entre los hierros jugaban |
y para ver los niveles | y se bañaban vestidos |
con cerillas se alumbraba. | en una sucia cloaca. |
Tras dos horas de viaje | Los hombres cortaban hierros |
en Ramadi nos dejaba | y en tractores los cargaban, |
y todos nos apeamos | los talleres de camiones |
con las costillas dobladas. | eran casetas de chapa. |
Lo primero que allí vimos | Pasaba una carretera |
Fue un hotel que asustaba, | entre el hotel y la plaza |
los cristales de las puertas | y el tráfico de camiones |
todos rotos se encontraban. | era intenso y asustaba, |
Pasamos todos callados | circulaban como locos |
inspeccionando la entrada, | y en cualquier sitio giraban |
tratando de adivinar | hacían tocar el claxon, |
como era la morada. | pero nada respetaban. |
La mala impresión primera | Esta primera impresión |
quedaría muy menguada, | me quedó muy bien grabada |
lo que íbamos a pasar | creo que por mucho tiempo |
nadie se lo imaginaba. | no conseguiré olvidarla. |
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III | |
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EL HOTEL | |
Si lo que vi en la ventana | y de un wáter que en la vida |
me dejo petrificado, | había sido fregado; |
lo que vi en el interior | al entrar en el servicio |
impresiona al más templado. | había un olor tan malo |
La cama en la que dormía | que no parabas adentro |
por somier tiene instalado | aunque estuvieras atado. |
un tablón que era más duro | El agua estaba turbia |
que el granito de Collado; | y caliente como el caldo |
encima de ese tablón | no apetecía lavarse |
se encontraba colocado | aunque estuvieras sudando. |
un trozo de goma-espuma | Cuando baje al desayuno |
que hacía de colchón malo. | me preguntó ilusionado |
Así eran los cuatro catres | el director del hotel |
que allí había instalados; | si la suite me había gustado, |
moqueta había en el suelo | pues en la habitación, dijo, |
y el techo estaba pintado; | que nos había alquilado |
el polvo de la moqueta | solían dormir los Jeques |
estaba todo incrustado, | cuando venían cansados. |
las cucarachas tenían | Tan serio lo comentó |
su nido hecho debajo. | que me quede asombrado |
El baño se componía | y comprendí al momento |
de una ducha y un lavabo | donde estaba hospedado. |
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IV | |
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EL TRABAJO | |
Para ir a trabajar | el trabajo lo hacían |
no tenían autocares | con lentitud y sin arte. |
y enviaron a buscarnos | Lo que nosotros sufrirnos |
una furgoneta grande; | para hacer aquel montaje |
la conducía un moro | no pueden imaginarlo |
que llevaba un turbante | ni hay cristiano que lo aguante. |
no entendía el inglés | El calor que allí hacía |
solo platicaba en árabe. | era horrible y sofocante, |
Se ubicaba la fábrica | el hierro se calentaba, |
al lado del río Éufrates | no había quien lo tocase; |
distanciada tres mil metros | cuando soplaba algo el viento |
desde nuestro hospedaje. | y venía de levante |
A lo largo del camino | la calima del desierto |
que tenía muchos baches, | llenaba toda la nave; |
las chabolas se agolpaban | no se veía a dos pasos |
llenas de mugre y chavales. | por la niebla circundante, |
La factoría tenía | niebla de polvo y arena |
instaladas varias naves | del desierto colindante. |
y en la mismas trabajaban | Trabajando en ese ambiente |
muy despacito los árabes; | sudábamos a raudales |
el sistema de trabajo | y bebíamos el agua |
era todo un desastre | por litros a cada instante. |
no había organización | Por vez primera en mi vida |
ni nadie que lo ordenase. | sentí de forma acuciante |
Para nosotros pedimos | una necesidad fuerte |
seis moros que trabajasen, | de tomar sal abundante, |
eligieron los mejores | cualquier pretexto era bueno |
y dijimos que empezasen. | para echarle sal bastante |
Enseguida comprendimos | al pollo, a la tortilla, |
que no iban a esforzarse, | la cerveza o el tomate. |
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V | |
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EL SERVICIO DEL HOTEL |
Después de un par de semanas | esperamos que mañana |
de vivir con ese estilo | sea más amplio el surtido". |
el cuerpo ya se acostumbra | Esta misma cantinela |
a vivir tal desatino. | repetida con ahínco |
Al terminar el trabajo | escuchamos sin desmayo |
con un calor excesivo, | los días que allí estuvimos. |
nos íbamos al hotel | Nunca pudimos saber |
para bebernos dos litros | donde habían aprendido |
de cerveza, si la había, | a servir los camareros, |
y si no agua del grifo | ni a qué curso habían ido. |
que el cuerpo que esta sediento | No tienen de camareros |
no discrimina el tipo. | ni el nombre ni el apellido; |
El servicio del hotel | ni idea profesional, |
era malo y variopinto, | ni nunca habían servido. |
siempre había una sorpresa | Jamás limpiaban las mesas |
que nos sacaba de quicio. | para servir lo pedido |
Un día faltaba el agua, | y tenían una capa |
al otro la luz no vino, | de polvo bien adherido. |
otro el hielo se acababa | Los vasos los enjuagaban |
y la cerveza lo mismo. | en un barreño metidos |
De la comida no hablemos: | y el agua estaba tan sucia |
"Hoy no hay bistec ni pepinos, | que hasta daba asco pedirlos. |
ni tomate, ni tortilla, | Lo único que sabían |
ni hamburguesas, lo sentimos, | y que habían aprendido, |
solo se puede comer | era a cobrar más del doble |
arroz y pollo cocido, | de lo que habían servido. |
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VI | |
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LA COCINA | |
Me queda por describir | con un color muy oscuro |
como era la cocina | del polvo que contenían. |
para completar la imagen | Los filetes que nos daban |
de este hotel de fantasía. | no sé de dónde venían, |
Si cocina la he llamado, | eran duros como suelas |
no es palabra que defina | y al masticar no rompían; |
lo que había instalado | para hacerlos más suaves, |
en el local de comida. | aunque no lo conseguían, |
En el medio de la sala | los filetes maceraban |
un gran mostrador había | para cortarles las fibras. |
donde era preparada | Un gran tocho de madera |
la vianda para el día. | en la cocina tenían, |
En la zona de trabajo | a su lado estaba un moro |
nunca supe que tenían | y un martillo esgrimía; |
si era madera o barro | al otro lado del moro |
mármol o piedra pulida. | un montón de carne había |
Encima de esta materia | y le daba martillazos |
tres capas sucias había | cuando al tocho la subía; |
capas que se habían hecho | de allí sacaba la carne |
en cinco años de vida. | ensangrentada y muy fina |
La razón de estas tres capas | pareciendo que el filete |
como luego yo sabría, | era de carne de cría. |
era por haber pasado | El olor de aquella sala |
tres jefes por la cocina; | definirlo no sabría |
en el tiempo que estuvieron, | era fuerte espeso y duro, |
como limpiar no sabían, | tal vez olor no sería, |
la suciedad se mezclaba | si aquello fuese olor |
y estratos componía. | mi gran nariz lo olería |
Las sartenes y los potes | y la pobre se obturaba |
diferencia no tenían | del golpe que recibía. |
eran negras como un túnel | Como ejemplo de limpieza, |
y para todo servían. | el suelo de la cocina |
Nevera para la carne, | tenía una enorme capa |
allí ninguna tenían | de barro que lo cubría. |
y el calor era tan grande | Y por si algo faltara |
que hasta el queso derretía. | en esta sucia pocilga, |
Para poner algo fresco | un sapo se paseaba |
barras de hielo traían, | como rey de la cocina. |
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VII | |
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EL DESCANSO | |
Al regresar al hotel | Esto solíamos hacer |
al final de la jornada | cuando el agua nos llegaba, |
íbamos a nuestra suite | pero ocurría a menudo |
a refrescar la sudada. | que el líquido nos faltaba |
Nos duchábamos por turno | y era una gran odisea |
y una vez que te duchabas, | lavarse solo la cara, |
al quedar tan relajado, | ducharse casi imposible |
en la cama te tumbabas | por mucho que lo intentaras. |
y bebiendo una cerveza, | Poníamos bajo el grifo |
pasar el tiempo dejabas | para que se nos llenara |
pensando cuando podrías | el barreño colocado |
regresar de nuevo a casa. | y en una hora ya estaba. |
La temperatura dentro | Por turno muy riguroso |
era ideal y muy sana | uno a la hora pasaba, |
comparada con la calle | lavándose con cuidado |
que hasta cincuenta llegaba. | para que el agua llegara. |
Repartimos los trabajos | Después de estar trabajando |
para hacer cada mañana | y sudando una jornada, |
y así poder encontrar | encontrarte con aquello |
la suite limpia y ordenada. | atontado te dejaba. |
Después de mucho trabajo | Un viernes que descansamos |
conseguimos que quedara | a Habbaniya nos llevaban, |
la habitación confortable | fue el único día bueno |
limpia y muy bien presentada, | en toda nuestra la campaña. |
en ella nos refugiamos | En medio de aquel desierto |
terminada la jornada, | un gran lago allí estaba, |
y pasábamos las horas | rodeado de un oasis |
cantando con la guitarra, | y Habbaniya le llamaban; |
viendo la televisión | allí había montado |
o jugando con las cartas, | un hotel y muchas casas |
entreteniendo algo el ocio | cercado con una verja |
con la lectura o la charla. | y controlaban la entrada. |
También solíamos hacer | Al lado de las palmeras |
varias veces por semana | existía una gran playa |
el lavado de la ropa | con arena del desierto |
personal y de la cama. | que el mismo lago lavaba. |
Teníamos un barreño | Saliendo de las palmeras, |
que con agua se llenaba, | nos metimos a nadar |
le metíamos la ropa | en agua que estaba turbia |
con jabón para ablandarla, | y bajo un sol que abrasaba, |
luego abríamos la ducha, | nadábamos como locos |
debajo se colocaba | de la emoción que nos daba; |
y saltábamos pisando | cuando por fin nos paramos |
la ropa para lavarla, | después de mucho nadar, |
la aclarábamos un poco | al sentarnos en la orilla |
aunque el agua turbia estaba, | sentimos unas picadas, |
la tendíamos a secar | comprobamos con cautela |
y en diez minutos secaba. | que era lo que nos pinchaba |
La plancha nunca la usamos | y vimos muy sorprendidos |
ni tampoco hacía falta | que los peces nos picaban. |
las arrugas de la ropa | |
ni siquiera se notaban. | |
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VIII | |
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LOS VISADOS | |
La próxima vez que tenga | esperando que sacaran |
algún viaje programado | sus pasaportes visados. |
y me entere yo con tiempo | La cola estaba en la calle |
que hace falta un visado, | y al no estar nunca nublado |
me retirare del viaje | el sol te daba de lleno |
aunque pierda lo pagado. | y te dejaba aplanado. |
De muestra sobra un botón | Se desató una guerra |
y yo lo tengo sobrado. | de empujones y codazos, |
Para aclarar posiciones | llegar hasta la ventana |
el día que allí llegamos, | costaba horas lograrlo. |
sin perder ni un minuto, | Los cuatro hicimos equipo |
al director visitamos. | y luchamos sin desmayo |
Con mucha amabilidad | para llegar al barrote |
y sonriendo con descaro | y agarrarnos con la mano. |
esto fue lo que nos dijo | Después de mucho luchar |
cuando fuimos presentados: | los papeles entregamos, |
"No tengan preocupación | y en quince días, dijeron |
por billetes ni visados, | que estarían los visados. |
déjennos los pasaportes | Al mirar por la ventana |
y nosotros lo arreglamos". | nos quedamos asombrados, |
"No los tenemos aquí" | los pasaportes por miles |
rápido le contestamos, | estaban amontonados, |
pues teníamos la mosca | se veía tal desorden |
tras de la oreja zumbando | de papeles y legajos |
“mañana los entregamos | que pensamos que en un año |
todos juntos y grapados, | no nos daban los visados. |
los billetes, pasaportes, | Perdimos hasta la cuenta |
todo lo necesitado”. | de las veces que esperamos |
En la fábrica había | en la dichosa oficina |
más técnicos trabajando, | para conseguir sacarlos. |
para enterarnos un poco | Si fue muy difícil sacar |
a ellos les preguntamos | de residencia el visado |
si tendríamos problemas | conseguir el de salida |
con billetes y visados | costó mucho mas lograrlo. |
y como se conseguía | Teníamos para un día |
tenerlo todo arreglado. | el billete ya cerrado |
"Problemas los hay a cientos, | y había que conseguir |
dijeron muy preocupados, | el pasaporte sellado. |
solucionarlos vosotros | Los pasaportes estaban |
de la fábrica olvidaros, | en la oficina entregados |
no entreguéis los pasaportes | y no había forma humana |
porque os quedareis colgados | de conseguir los visados. |
y tardareis en salir | Al director recurrimos, |
mucho más de lo acordado". | al secretario llamamos |
"Debéis cerrar los billetes | y ninguno fue capaz |
con dos meses de adelanto | de obtener buen resultado. |
y también se necesita | Era una guerra de nervios, |
cada quincena un visado, | el tiempo estaba agotado |
además del de salida | solo nos quedaba un día |
que es muy difícil sacarlo; | para obtener el visado, |
para este se necesita | si en ese día crucial |
un documento firmado | no lo habíamos logrado |
por el director, diciendo, | el billete caducaba, |
que el montaje se ha acabado". | todo se había acabado. |
“Si conseguís todo esto | Después de haber recorrido |
ya podéis emborracharos”. | la fábrica palmo a palmo |
Con estas indicaciones | encontramos a un buen moro |
que nos dan los veteranos, | amigo del empleado. |
empezamos a movernos | Llegamos a la oficina, |
para sacar los visados. | se metió en el despacho |
Nos costó sudor y sangre | del amigo que tenía |
para conseguir sacarlos, | que ponernos el visado. |
nunca pudimos pensar | Más de una hora estuvieron |
que fueran tan deseados. | los pasaportes buscando, |
Después de haber conseguido | entre todo aquel desorden |
Todo lo necesitado, | al final los encontraron. |
nos fuimos a la oficina | Cuando al fin los pasaportes |
a sacar nuestros visados. | estaban en nuestras manos |
Era una casa pequeña | nos entró tal alegría |
con un patio grande al lado | que hasta al moro abrazamos. |
y las ventanas tenían | Sin pararnos ni a comer |
barrotes bien amarrados. | un gran coche alquilamos, |
Allí estaban a cientos | nos marchamos a Bagdad |
los moros muy apretados, | y el vuelo reconfirmamos. |
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IX | |
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LA ESTANCIA EN BAGDAD |
Arribamos a Bagdad | Nos recibió un vicecónsul |
aunque nadie lo creía | que era el único que había |
la impresión que nos causó | vestido con un pijama |
nos dejo la sangre fría. | y con la cara lamida. |
No era la ciudad soñada. | Le explicamos el problema |
Todo lo que se veía | pidiéndole si podía |
diferenciaba muy mucho | la Embajada encontrarnos |
de la idea que yo tenía. | un hotel para ese día. |
Era una ciudad muy vieja | “Lo siento mucho, nos dijo |
con las casas derruidas, | yo encontrarlo no podría |
las calles llenas de polvo, | pues no existe en Bagdad |
las aceras no existían, | ninguna plaza vacía, |
había un olor muy fuerte | yo tengo el mismo problema |
debido al calor que hacía, | por eso ustedes me pillan |
el agua no era abundante | en pijama en la Embajada |
y limpieza no existía. | y durmiendo en una silla, |
Por fin fuimos al hotel, | si saben dónde está el Tigris. |
Meliá Al Mansur le decían, | pueden dormir en la orilla |
era un hotel de primera | pues hay hierba y está fresco, |
y españoles lo regían. | tendrán mucha compañía”. |
Había estado soñando | Asustados nos dejó |
durante cuarenta días | el amigo de la pipa |
hospedarme en este hotel | la explicación que nos dio |
y bañarme en agua limpia. | acabo con nuestras cuitas. |
Más todo el gozo en un pozo | No nos dimos por vencidos |
habitaciones no había, | poca era nuestra valía |
las reservó el gobierno | si no podíamos dormir |
y las tenían vacías. | en una cama mullida. |
El gobierno mando echar | Después de cenar un poco, |
a los clientes que había | con redoblada energía |
y cerro todo el hotel | nos lanzamos a buscar |
entero por siete días. | una habitación vacía. |
La búsqueda de otro hotel | Y por fin una encontramos |
cuatro horas duraría, | para dormir aquel día, |
del más caro al más barato | a la mañana siguiente |
habitación no tenían. | otro problema sería. |
Todo Bagdad recorrimos | El primer día de estancia |
y los hoteles que había, | lo empleamos de turistas |
en ninguno conseguimos | y no osamos repetirlo |
habitación para un día. | dado el calor que hacía. |
Como ya estábamos hartos | Decidimos para el resto |
y muy pronto anochecía, | pasarlo con alegría, |
nos fuimos a la Embajada | con aire acondicionado |
en busca de una salida. | y abundancia de bebida. |
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| |
X | |
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LA PARTIDA | |
Por fin llego la gran noche, | esperando ansiosamente |
la noche de la partida, | a que inicie la partida. |
cuarenta días soñando | Ya estaba todo completo, |
con que llegara el gran día. | ni una mosca ya cabía |
El avión tenía prevista | cuando de pronto aparecen |
para las dos la salida | tres moros y un policía. |
y a las nueve de la noche | Hablaron con la azafata |
estábamos en taquilla. | porque asientos no tenían, |
Aguantamos en la cola | y de pronto sin pensarlo |
los codazos y las riñas, | viene hacia mí el policía. |
allí había más moros | Me pidió el pasaporte |
que en toda la morería. | y el billete que tenía, |
Por fin se paso el control | después de haberlo mirado |
en la aduana que había | me lo devuelve y se pira. |
y nos fuimos a la sala | El momento fue muy tenso |
a esperar nuestra partida. | no sabía lo que haría, |
Estando allí descansando | si me manda descender |
esperando la salida, | sabe Dios qué pasaría. |
recordamos lo que dijo | Después de haber revisado |
el cónsul con ironía. | lo que en primera había |
“Aunque estén en el avión | se fueron para segunda, |
no celebren su partida, | allí asiento tenían. |
suelen hacer a menudo | Cuando por fin despegó |
y de una forma inaudita | el avión de aquella pista |
bajar a los pasajeros | nos pusimos tan contentos |
si el asiento necesitan, | que saltamos de alegría. |
para sentar personajes | Dijimos a la azafata |
que se encuentran de visita”. | que nos sirviera deprisa |
Si después de lo pasado | whisky para celebrar |
nos prohíben la salida, | el instante de salida. |
y nos quedemos en tierra | Aquí terminó el viaje |
se nos cae el mundo encima. | que duró cuarenta días, |
Por fin vamos al avión | como Noé en el diluvio |
y ocupamos nuestra silla, | pensé que no acabaría. |
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Diciembre de 1981 | |
Manuel Díez Fernández
PLAZA DELANTE DEL HOTEL EN RAMADI PASEANDO POR BAGDAD
DÍA DE BAÑO EN HABBANYA
EN LA CASA DEL CONDUCTOR DEL COCHE CON LOS HIJOS DEL CONDUCTOR
LA FÁBRICA DE VIDRIO DE RAMADI
SITUADA AL LADO DEL RÍO ÉUFRATES
VISTA DE LA FÁBRICA
SOLDADO ESTADOUNIDENSE
ENSEÑANDO UNA BOTELLA DE
PEPSI-COLA DE LA LÍNEA DE
PRODUCCIÓN QUE NOSOTROS MONTAMOS
LAGO HABBANIYA DONDE FUIMOS
A BAÑARNOS
PUERTA DE ENTRADA AL COMPLEJO
TURÍSTICO DE HABBANIYA
HOTEL MELIÁ AL MANSUR DE BAGDAD,
EN EL QUE QUISIMOS
HOSPEDARNOS Y NO PUDIMOS
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