ISLA DE MADEIRA
Las crónicas cuentan que fue el navegante portugués Joao Gançalves Zarco quien en 1419 descubrió una isla deshabitada de origen volcánico en pleno Atlántico que denominó Madeira, en honor a la densa masa forestal que la cubría. Siguiendo con las crónicas de la historia, esta isla supuso una ventaja inmediata para los portugueses gracias a los ricos bosques, a la tierra fértil y a su situación geográfica, idónea como lugar de reposo para las expediciones más largas. Los ingleses recibieron el derecho a asentarse en Madeira, además de otras amplias concesiones comerciales, a raíz de la boda de Carlos II de Inglaterra con la princesa portuguesa Catalina de Braganza. Así fue como muchos comerciantes ingleses emigraron a esta isla para invertir en azúcar, vino y esclavos. Actualmente, la provincia de Madeira es autónoma: cuenta con su propio gobierno y parlamento regionales, mantiene su propia administración, cobra impuestos y tarifas y envía al parlamento de Lisboa a sus propios representantes. Sin duda alguna, su riqueza natural y paisajística es el mayor atractivo de esta bella isla atlántica, situada a 900 km de Portugal y a 600 km de la costa marroquí, y con unas dimensiones de 57 km de largo y 22 km de ancho. Hablar de Madeira es hablar de costas extremadamente escarpadas, de cráteres recortados en el horizonte que, en pequeñas terrazas de cultivo, descienden hasta el mar; de profundos desfiladeros, de riachuelos, de una frondosa y rica vegetación macaronésica, de pequeñas aldeas y, lo más característico, de levadas (acequias), un genuino sistema de riego que abarca más de 2.000 km de estrechos canales para llevar el agua desde lo más alto de la montaña hasta los campos y núcleos de población. Esta red de acequias, una de las más valiosas piezas del patrimonio cultural de la isla, empezó a construirse en los primeros momentos de la colonización, en el siglo XIV, y constituye una auténtica red de senderos que da oportunidad de conocer rincones de indescriptible belleza y penetrar en paisajes riquísimos en especies vegetales únicas en el mundo.
Este primer recorrido desde Ribeiro Frío (900
m) hasta el mirador de Portela (620 m) (4/5 h) nos lleva a conocer el extremo
oriental de la isla. Buena parte del camino sigue la levada Da Serra do Faial
que empezó construirse en 1830, finalizándose las obras en 1905. Es un excelente
comienzo para introducirnos en la espectacularidad del paisaje de Madeira al
reunir los mayores atractivos que puede ofrecer una excursión por levada:
vertiginosos acantilados (de hasta 100 m de caída), túneles excavados en la
roca (atravesaremos varios de entre 3 y 6 m de longitud), cascadas
impresionantes y una vegetación exuberante, uno de los mejores ejemplos de
bosque de laurisilva al encontrarnos en una de las zonas con mayor índice de
pluviosidad de toda la isla. En varios puntos del recorrido el bosque se abre
para que podamos admirar a lo lejos los campos y casas dispersas de Faial, Sao
Roque do Faial y Porto da Cruz, pintorescos pueblos de la costa septentrional.
La levada se halla protegida por rejas y setos naturales en los puntos más expuestos.
Desde Pico das Pedras (900 m) hasta la bella
población de Ilha (5/6 h) descubriremos, una vez más, el espectacular paisaje,
vertiginosamente abrupto y cubierto de frondosa vegetación (criptomerias,
hayas, cedros, tilos, acebos...) que caracteriza a Madeira. La primera parte
del recorrido sigue la levada do Caldeiro Verde, estando los tramos más
expuestos protegidos por barandillas. Cuando el bosque se abre gozaremos de
maravillosos paisajes, desde las cumbres del Pico Ruivo y el Pico das Torres
hasta la misma costa septentrional, cubierta por las casas dispersas de Santana
y Sao Jorge. En un emplazamiento elevado entre los valles de Ribeira de Sao
Jorge y Ribeira dos Arcos, vista a distancia la aldea de Ilha parece una isla,
y de ahí su nombre.
Para llegar hasta el inicio de la excursión de
hoy, en el extremo noroccidental, recorremos la parte centro occidental de
Madeira ocupada por la meseta de Paul do Serra, la única llanura que posee la
isla. Se trata de una altiplanicie de 24 km2 situada entre los 1.400 y 1.600 m
de altitud, cuyos prados y numerosas ovejas y vacas recuerdan un paisaje típico
escocés. La excursión es en realidad un agradable paseo de unas tres horas pues
queremos disponer de tiempo suficiente para disfrutar del hermoso paisaje
durante nuestro recorrido en autobús, así como para poder tomar un baño (si el
tiempo lo permite y para quien se atreva!) en las piscinas naturales de la
bahía de Porto Moniz. Corta pero no menos impresionante que el resto de
itinerarios, nos adentraremos en Ribeira Grande entre una vegetación exuberante
de laurisilva. De regreso a Funchal haremos una parada en la población de Sâo
Vicente.
A diferencia de los días anteriores, el
recorrido de hoy (4 h) discurre totalmente paralelo a la costa. Desde Caniçal
hasta Puerto da Cruz, seguiremos el antiguo camino que unía las poblaciones de
Machico y Porto da Cruz, conocido como el “camino de los Borracheiros”.
Discurre entre frondoso bosque por lo alto de un acantilado que se levanta
prácticamente vertical entre los 350 y 400 m sobre el nivel del mar, ofreciendo
una panorámica espectacular sobre la punta de Sao Lourenço y sobre toda la
escarpada costa de este sector de la isla.
Algunos piensan que el Curral das Freiras es un
gigantesco cráter abatido, pero en realidad se trata de una cuenca de recepción
ancha y profunda (más de 1.000 m), con grandes paredes verticales que alcanzan
los 600 m de altura, y dominada por picos que se elevan hasta los 1.700 m. Con
esta descripción, y sin haber estado allí, ya es fácil intuir que llamar a este
rincón como uno de los lugares más bellos y espectaculares de Madeira no es un
mero tópico. Desde Boca Encumeada, un mirador a 1.000 metros de altitud desde
donde podremos admirar las dos costas de Madeira, la norte y la sur,
ascenderemos primero hasta el Pico do Jorge (1.691m) y luego descenderemos
hasta este fascinante lugar (700 m) (6 h) también conocido como “valle de las
monjas” porque aquí se refugiaban unas monjas de la orden de Santa Clara de
Funchal para escapar de los ataques de los piratas. El recorrido discurre en
buena parte por denso bosque y ofrece bellas estampas de la parte más montañosa
de la isla, así como soberbias imágenes del Curral das Freiras, con sus pueblos
implantados en las fajas y empinadas lomas. En 1959 se construyó la carretera
que conecta este recóndito lugar con el resto de la isla, y en 1962 llegó aquí
la electricidad.
Câmara
de Lobos es una de las localidades más antiguas de la isla de Madeira, de los
primeros lugares en ser colonizados por la facilidad marítima de acceso a la
apacible bahía, donde hoy se pueden ver atracadas pintorescas y coloridas
embarcaciones, llamadas Xavelhas. El
nombre de la ciudad se debe a la enorme cantidad de lobos marinos que
se encontraban en la bahía -hoy en día sólo se ven puntualmente en la costa sur
de la isla de Madeira y hay una colonia preservada en las Ilhas Desertas-.
Pero
esta localidad situada próxima a Funchal,
además de su bella bahía, es famosa por su animación nocturna,
sus muchos bares y restaurantes donde puede degustarse
la famosa poncha de diferentes sabores. Y,
también un bacalao delicioso, la Gata, que se
pone a secar en los locales (de ahí el olor intenso en algunos lugares de la
ciudad derivado del proceso de secado).
Por otra parte, Câmara de Lobos posee uno de los climas más agradables de la isla de Madeira, sin grandes oscilaciones de temperaturas a lo largo del año.
Bajo las órdenes de D. Henrique, João Gonçalves
Zarco y sus hombres se establecieron en el año 1419 en Câmara de Lobos, para
poder explorar la isla más fácilmente. La ciudad fue fundada por Zarco en 1421,
y recibió las Leyes Municipales en 1508, en el reinado de D. Manuel. En 1450,
la isla de Madeira se dividió en dos partes, y João Gonçalves Zarco fue
adscrito a capitán de la parte occidental. La otra mitad al este, cuya ciudad
principal era Machico, fue a su compañero Tristão Vaz Teixeira.
En el siglo XVI, el Puerto de Funchal era un
lugar de paso obligado para muchos buques procedentes de Portugal y Europa,
donde se abastecían de alimentos y otros productos comerciales, antes de
dirigirse a las colonias de África y América del Sur. En ese momento, la ciudad
era muy próspera, gracias a la producción y comercialización de azúcar y vino a
muchos puertos europeos. Pero luego, debido a la dura competencia de las
colonias del Caribe y Brasil, la producción de azúcar dejó de ser rentable. Fue
entonces cuando se dedicaron a la producción de vino de Madeira porque era muy
buscado por otros continentes. Hasta el día de hoy, la producción de Madeira
Wine sigue siendo un verdadero éxito.
En 1803, Madeira sufrió una catástrofe, causada
por una gran tormenta. La ciudad quedó completamente inundada, lo que provocó
muchos daños materiales. Alrededor de 600 personas murieron en este trágico
accidente. A mediados de siglo. XIX, comenzó a aparecer en Madeira un turismo
de la nobleza de toda Europa, que la visitaba debido a la excelencia de su
clima y para curarse de sus enfermedades. A partir de 1950 se construyeron
hoteles en el oeste de Funchal, con el fin de atraer a los visitantes.
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